Mario Carrillo ha vivido lo mejor y lo peor del fútbol mexicano, marcando su paso tanto en América como en Pumas. Desde sus inicios en las Águilas, cuando apenas era adolescente y compartía vestuario con leyendas como Carlos Reinoso y Enrique Borja, aprendió que en el América la derrota no existe. Su carrera dio un giro inesperado cuando, tras una operación de retina, asumió la dirección interina de Manuel Lapuente y ganó sus diez partidos. Sin embargo, ese éxito se vio empañado por el recelo de Lapuente, quien en cuanto regresó, decidió retomar las riendas, dejando una herida que aún no se borra.
El reencuentro con el triunfo llegó en el Clausura 2005, cuando Carrillo condujo a un América espectacular a conquistar la liga y el Campeón de Campeones. Sin embargo, tras episodios dolorosos y una breve etapa en Pumas en 2012, el entrenador se vio forzado a abandonar su nuevo reto tras una derrota ante el América, autocrítica que lo impulsó a reinventarse en Europa, estudiando a grandes como Guardiola, Bielsa y Vicente de Bosque.
Hoy, con la experiencia y la madurez de quien ha conocido tanto el éxito como el fracaso, Carrillo confiesa sin titubear: si tuviera la opción, elegiría Pumas sin dudar. “Me voy mañana a los Pumas gratis”, declara con la convicción de quien busca borrar una espina del pasado. Así, mientras América y Pumas se enfrentan en la cancha, su historia sigue siendo el reflejo de un sueño que se forja entre triunfos y desencuentros, en una narrativa tan moderna como el fútbol que lo vio crecer.