El norte de Pakistán vive un drama sin precedentes: las lluvias monzónicas arrasaron la región, dejando 344 personas fallecidas en apenas dos días. La provincia montañosa de Khyber-Pakhtunkhwa, fronteriza con Afganistán, concentra la peor parte, con 307 muertes.

Los derrumbes, crecidas repentinas y rayos atraparon a decenas de familias. En Buner, los habitantes describen un paisaje devastado: “pareciera que toda la montaña se derrumbó, cubriendo la región de lodo y rocas gigantes”. Más de 2 mil rescatistas trabajan entre escombros, aunque carreteras bloqueadas y geografía extrema dificultan el acceso.

El desastre no se limita a Pakistán: Cachemira pakistaní reportó 9 muertos, Gilgit-Baltistán 5 y la Cachemira india al menos 60 víctimas, con 80 desaparecidos. Incluso un helicóptero de rescate cayó, causando 5 fallecimientos.

Desde junio, la temporada de monzones ha dejado 657 muertos y 888 heridos, incluidos niños. Las autoridades apuntan a la mala calidad de las construcciones como un factor clave. Mientras tanto, nuevas alertas meteorológicas advierten que las lluvias continuarán, y expertos alertan que fenómenos extremos como este se intensifican con el cambio climático, dejando a Pakistán en situación crítica.

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