El 2025 comenzó con alarmantes cifras en cuanto a incendios forestales. En los primeros dos meses del año, México registró 545 siniestros, un número que dobla los ocurridos en el mismo periodo de 2024, según la Comisión Nacional Forestal (Conafor). Las consecuencias de estos incendios son devastadoras, con más de 31 mil hectáreas afectadas, lo que marca el mayor impacto desde 2019.
Jalisco, Chihuahua, Michoacán y la Ciudad de México se destacan como las entidades más afectadas, concentrando el 82% de los incendios en todo el país. Además, un 21% de estos siniestros ha afectado ecosistemas sensibles al fuego, lo que agrava aún más la situación.
El comienzo de este año ha sido especialmente crítico, con intensos esfuerzos por parte de brigadas, autoridades locales y protección civil para sofocar las llamas en diversas zonas. En Tamaulipas, el incendio en el pueblo mágico de Tula movilizó a un helicóptero y equipos terrestres, logrando un control parcial. En Chihuahua, el incendio en la zona boscosa de Madera ha dejado huellas profundas, incluyendo la tragedia de la pérdida de un brigadista. Las comunidades se han visto desbordadas, no solo por la magnitud de los incendios, sino por las condiciones extremas del clima que dificultan el avance de los trabajos de extinción.
En Puebla, un incendio que consumió al menos 15 hectáreas fue contenido con la ayuda de la comunidad y cuerpos de emergencia, evitando que las llamas llegaran a zonas habitadas. No obstante, la constante amenaza de los incendios forestales sigue latente, y la cifra de hectáreas devastadas continúa en aumento.
La situación es alarmante. Los incendios no solo afectan la biodiversidad y el medio ambiente, sino que también exponen la vulnerabilidad de las comunidades y el inminente desafío que representa el cambio climático. Con las temperaturas en aumento y la temporada de incendios apenas comenzando, las autoridades y la sociedad en general deben redoblar esfuerzos para mitigar esta crisis que no da señales de detenerse.