Washington está en vilo. En las próximas dos semanas, Estados Unidos definirá si entra de lleno en la guerra entre Israel e Irán, o si abre una puerta a la diplomacia. Mientras tanto, el prestigioso periodista Seymour Hersh asegura que la Casa Blanca prepara una campaña de bombardeos para este fin de semana.

La portavoz Karoline Leavitt confirmó que el gobierno estadounidense ha tenido reuniones seguidas con su gabinete de seguridad, repasando opciones que van desde la fuerza militar hasta la vía diplomática. Incluso se han mantenido conversaciones entre el enviado estadounidense Steve Witkoff y el ministro iraní Abbas Araqchi, buscando frenar la crisis desde el diálogo.

Pero el tablero se complica: EE.UU. alerta que Irán podría armar una bomba nuclear en solo 15 días si su líder supremo Ali Jamenei da la orden. Por otro lado, informes internos ponen en duda esa amenaza, generando tensiones dentro del gobierno de Washington.

Mientras se mueve maquinaria militar en Qatar y Tel Aviv, Hersh revela que un ataque selectivo a instalaciones nucleares iraníes —incluyendo la base subterránea en Fordo— podría ser inminente, usando armas exclusivas que solo EE.UU. tiene.

En medio de rumores, negaciones y alianzas políticas, el gobierno estadounidense insiste que nadie sabe qué piensa realmente sobre esta crisis, mientras su base ultraconservadora se divide entre apoyar o rechazar la intervención.

El reloj corre y el mundo está pendiente. ¿Será guerra o un giro inesperado hacia la paz?

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